1.200 personas volverán a sus casas en las próximas semanas con el corazón y las tripas encogidas, sin comprender el castigo impuesto por un sistema que no entiende de valores, de formación ni de entrega.
El ERE planteado por el Banco Santander que afecta a trabajadores de toda España y, por ende, de Ibiza, comenzará por los que llevan más años en sus oficinas porque cobran más de los 1.000 euros pelados que ingresan las nuevas incorporaciones: menores de 30 años con dos carreras y varios máster. La entidad propone que 600 empleados de 58 años o más se queden en la calle con un apaño del 70 por ciento del salario bruto anual a esperas de que el gobierno de turno les permita jubilarse. Gente con vocación, con ganas de seguir dando dinero a las agujereadas arcas de su país y a quienes les quieren colgar el cartel de “ya no sirves”.
El Santander ganó el año pasado 5.966 millones, un 2,6 por ciento más que en 2014, teniendo en cuenta incluso una provisión de pago de 600 millones de euros por litigios varios, sin cuya cuantía el incremento de su capital se situaría en un 12,9 por ciento. ¿A qué pequeña empresa de las normales, de las nuestras, de las que no mandamos capital a paraísos fiscales y pagamos 4 veces más impuestos que ellos, nos permitirían plantear un ERE con estos números? ¡Lo siento, algunas veces olvido que Hacienda no somos todos y que solo era un anuncio!
La presidenta de Banco Santander, Ana Botín, habla de la Bolsa y de incrementos de capital, y llora afirmando que los ajustes son cíclicos y que el número de sucursales y de empleados en nuestro país está sobredimesionado. La misma mujer que cobró 9,8 millones de euros en 2015 entre sueldo, acciones y pensión. ¿Cómo se justifica la dejación de servicios hacia sus clientes y el maltrato a los empleados de una empresa cuando saben lo que se maneja en su cuenta?
Como empresaria, a mí se me caería la cara de vergüenza dejando en la calle a 1.200 familias y permitiendo, a su vez, que solamente sus directivos cobren mucho más en dividendos que los sueldos de los que se van por la puerta de atrás.
En las pequeñas empresas somos muchos los que anteponemos el salario de nuestros compañeros al nuestro propio, porque eso es lo que son, parte de nuestra familia y de nuestro equipo. Son quienes trabajan a nuestro lado y dan la vida por nuestros negocios y por eso si un mes no nos pagan los clientes y tenemos que adelantar IVAs apechugamos y salimos del paso toreando como podemos. Alguien con moral reduciría lo que cobran sus mandamases y equilibraría la balanza de un país en el que cada día hay una brecha mayor entre ricos y pobres. De eso, precisamente, estos 1.200 nombres propios saben bastante, ya que son ellos los que les gestionan sus abultadas o escuálidas cuentas.
Gracias a los medios de comunicación y al informe de la EBA, sabemos que 119 banqueros españoles obtuvieron una remuneración superior a un millón de euros en el año 2014. Somos los quintos del mundo con más peces gordos en este sector cuyos sueldos medios anuales rozan los 2,39 millones de euros. Hagan cuentas: 284 millones de euros, de los que 134 millones corresponden a remuneración fija y 150 millones de euros a remuneración variable. Ya lo ven, la banca siempre gana. No importa que fuésemos todos los españoles los que tuviésemos que rescatarles de un posible hundimiento del que salieron ilesos, con beneficios y sin mancharse el traje, porque esos directivos patrios siguen cobrando remuneraciones como la del presidente del BBVA, Francisco González, quien en 2015 ganó 5,6 millones de euros, un 5,3 por ciento más que el año anterior.
Hemos pasado de contar con 60 entidades a guardar nuestras nóminas y escasos ahorros en las arcas de 14 grupos. Estos números se han hecho a costa de despidos a profesionales maravillosos dispuestos a escucharnos, aconsejarnos y atendernos como personas, no como números. A pesar de tener la mayor densidad comercial del mundo, con 70 sucursales por cada 100.000 habitantes, nuestros bancos están entre los más eficientes de la zona euro; entonces, ¿por qué no permitir que algunas veces en este casino trucado se permita que los crupieres sigan haciendo juego?
La avaricia es una droga muy sucia, señores banqueros, y ser los más ricos del cementerio no les asegurará una reencarnación mejor. Los ciudadanos somos los que les cedemos nuestros sueldos para que ustedes jueguen con ellos, no se olviden de eso.
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