Detrás de la Pasarela Adlib

Tensión, emociones, nervios, ilusión, responsabilidad, tentaciones, una mezcla de sensaciones que jamás había experimentado; escalofríos agradables que llegan cuando trabajas de lo que más te gusta, en el evento más top de la isla y con un equipo tan preparado como el de IMAM Comunicación. Una labor abrumadora cuando ves que los diseñadores no están en sus asientos, que llegan decenas de invitados reclamando atención, que el temor a las quejas te persigue o que cuando por fin tienes a la mismísima Clara Alonso a un metro de ti, tú no tienes tiempo para conocerla.

Para alguien de fuera, la moda Adlib quizá sea algo con estilo pero que ha oído pocas veces, que nunca ha salido en la portada de Vogue y que, seguramente solo triunfa cuando lo vistes en la isla. Pero para una ibicenca, que colecciona revistas de moda y que por encima de todo, se siente Adlib de corazón, Adlib se traduce en buen gusto, tradición, calidad, armonía, inspiración y en un increíble olor a mediterráneo y algodón puro.

El esperado evento llegaba, miles de periodistas pidiendo acreditación tocaban nuestra puerta, las personalidades españolas más glamurosas rondaban ya por la isla, las notas de prensa saturaban nuestro email, no quedaban invitaciones y a todos nos empezaba a entrar el estrés pre-Adlib del que tanto habíamos oído hablar.

Por suerte, cuando llegamos el viernes a Dalt Vila y aparcamos el coche en una de las pocas plazas libres del parking de Es Soto, me di cuenta que ya habían empezado esos tres días de trabajo constante, que sin saberlo, me llenarían de felicidad y satisfacción por haber formado parte de un evento de tal magnitud, junto a mis compañeras de las aprendí más que de mí misma.

No puedo expresar con palabras lo bonita que es la Pasarela Adlib por detrás, ya que todavía puedo visualizar a los guapísimos modelos emocionados por salir, a las modistas corriendo de un lado para otro, a la cantidad de anotaciones que forraban la pared del backstage, a las inquietas posturas de los diseñadores mientras veían su elaborado trabajo en acción o a los estilistas que se facilitaban el trabajo unos a otros, sumado al asombro del público que se mantuvo durante toda la noche. Simplemente hay que vivirlo, hay que estar y hay que saber ver que Pasarela Adlib no hay más que una y, en esta ocasión, he tenido la suerte de vivir en primera persona un 45 aniversario fraguado con muchísimo cariño y compañerismo. No dejéis nunca de crear…