El refranero popular pincha en Ibiza desoyendo la verdad inherente a frases como “al que madruga Dios le ayuda”, ya que la mayoría de negocios se cierran en cenas tardías al amparo de chupitos de hierbas ibicencas; “en agosto quien no goza de él es loco”, puesto que aquí somos nosotros quienes trabajamos de sol a sol para que sean otros los que disfruten; o “ante el defecto de pedir está la virtud de no dar”.
Permítanme que me regodee en este último dicho, puesto que no he encontrado otro rincón de España más solidario y en el que la gente se suma con más intención y entrega en aquello que le ruegas, que en este pedazo de tierra.
En las últimas semanas me he embarcado en varios eventos benéficos destinados a recaudar fondos para la investigación del cáncer, ayudar a las víctimas de esta lacra o apoyar la labor de las asociaciones que trabajan para mejorar la calidad de vida de los niños de nuestra isla con necesidades especiales. Estos son solo tres ejemplos de cómo una simple llamada o un email se ha traducido en la respuesta de empresarios de toda índole que me han ofrecido su trabajo desinteresado a la primera, de buena gana y con una sonrisa de oreja a oreja. Si hay una cosa que defiendo siempre a capa y espada de los ibicencos es su extrema generosidad. Puede que tus amigos pitiusos no te llamen todos los días e, incluso, que se olviden de acudir a una cita o a una cena, pero pídeles que se impliquen en algo importante para ti y antes de que termines la frase contarás con ellos de verdad, con confianza y sin dobleces. Por eso he decidido cambiar este refrán y convertirlo en “ante la virtud de pedir está la alegría de dar”.
El próximo 10 de septiembre en el hotel Aguas de Ibiza podremos dar vida a la una Gran Cena Solidaria donde muchas personas trabajaremos juntas para buscar de la mano, y sin cotejar madrugar al día siguiente, la clave para detectar el cáncer a tiempo, cuando esta palabra todavía no da escalofríos y no suena a muerte. No sé si conocen ustedes a la investigadora Priscila Monteiro. Cuando escuché por primera vez su nombre, sonoro y con recuerdos a protagonista de dibujos infantiles, no imaginé la fuerza con la que agarraría el micrófono para defender su proyecto de nanosensores ultrasensibles y la dulzura con la que traduciría al mundo la importancia de este estudio.
Priscila es una mujer capaz de vestirse cada día de verde esperanza para decirnos que está muy cerca de permitir que, con un simple análisis de sangre, podamos detectar a tiempo el cáncer de pecho, antes de que sea enfermedad y cuando los tumores no se han atrevido siquiera a asomarse. La Asociación Elena Torres, que lleva el nombre de una gran amiga y mujer que nos sonríe cada día atenta a los pasos que damos para, en su nombre, seguir recorriendo este sendero de lucha, es una ONG única en España porque financia una solución.
Mientras, Ibiza y Formentera Contra el Cáncer, que lleva 15 años apoyando a los enfermos de esta enfermedad de las mil caras y a sus familiares aquí, en nuestras islas, sufraga una respuesta.
Cada asociación da solución a un problema, o a miles, y los demás solo tenemos que hacer dos cosas: colaborar a su lado o asistir a los eventos que organizan para recaudar fondos con los que seguir trabajando. Personalmente creo mucho en estas dos entidades, porque en los ojos de sus integrantes solo veo mucho amor, entrega y fe: esa palabra que muchos atribuyen a distintas religiones y que no es sino confianza y perseverancia en aquello que profesamos.
Los que hemos perdido parte de nuestro corazón por culpa del cáncer y andamos cojos del alma, aunque lo hagamos rápido y sonriendo para que nadie se dé cuenta, sabemos lo importante que es saber que aunque esta enfermedad nos gane batallas y nos robe soldados, la gran victoria está en nuestras manos. La mejor manera de superar el dolor y el luto es seguir luchando al lado de quienes nos siguen necesitando. Una investigadora que entrega su vida y solo necesita los fondos para encontrar la receta mágica con la que solucionar parte de este entuerto, o un grupo de personas maravillosas que regalan su tiempo e ideas para tener armas cada día con las que seguir en las trincheras son el mejor ejemplo.
Ibiza y Formentera Contra el Cáncer vestirá septiembre de iniciativas musicales y de prevención que rapearán aire y herramientas con las que esquivar al cáncer entre los más jóvenes. Ellos caminan a la luz de la luna llena, llenan recintos en Navidad y hacen humor con el tabaco. 15 años guerreando y siguen pintándose la cara con la misma energía que cuando supieron que tenían cáncer y prometieron curarse. Esa es otra de las cosas maravillosas de esta ONG: que allí ningún paciente o familiar será nunca un extraño, porque todos han pasado por lo mismo. No son médicos ni especialistas, ni siquiera grandes empresarios, simplemente son personas empáticas que buscan dar soluciones a quienes más las necesitan. ¿Que los hospitales de Ibiza y Formentera no tienen sillas cómodas en las que recibir quimioterapia o material de última generación para hacer colonoscopias? ¡Pues se compran y Santas Pascuas!
Por último, la foto de familia nace en P | ART IBIZA, donde el próximo 22 de octubre cobrará vida la III Subasta Solidaria: Una Gota en el Océano a beneficio de APNEEF. En ella podremos comprar obras de artistas internacionales a un precio irrisorio sabiendo, además, que este importe servirá para que esta asociación pueda adquirir material y formar a su personal con el fin de que los niños que la integran tengan una vida mejor. Hasta el momento se han recaudado más de 60.000 euros pujando por este arte solidario que este año tendrá muchas más sorpresas.
Y en este camino, en este arte de pedir que me acompañen en cada uno de estos actos que les he contado, hay muchísimas personas implicadas de alma, corazón y cuerpo que nos permiten emular a la estrella de rock, Amanda Palmer, quien afirma que un artista debe saber lanzarse a su público confiando en que nunca caerá al suelo. Ella asegura en su libro “El arte de pedir” que nunca se debe tener miedo a mostrar las manos vacías. Lo hacía cuando se ganaba la vida como estatua viviente, cuando tras triunfar en la música con la discográfica de turno se rebeló y creó su propio álbum financiado por sus fans, y lo repite cada día cuando pide un beso, un abrazo o un favor a sus amigos y marido. Ella no es la única. El mundo está lleno de personas con miedo a pedir, paralizadas por el temor a parecer vulnerables, sin saber que, sinceramente, lo somos y que el resto del mundo ya lo sabe.
Siempre que lo que necesitemos de los demás sea real, limpio y que nos haga mejores personas y más plenas es preciso que emulemos a Palmer y pidamos ayuda sin miedo.
No se imaginan las reuniones que he tenido estos días con empresarios, músicos, organizadores de eventos, modelos, especialistas en luz, sonido, fotografía, moda, arte o decoración, en las que no solo no he tenido vergüenza a la hora solicitarles su apoyo para convertir estos eventos en una realidad, aunque no conozcan tan bien como yo a sus organizadores, sino que, al contrario, me han agradecido que contase con ell
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